Sin duda la transparencia y ese gesto de tu brazo, perfecto gesto de abandono y máximo control al mismo tiempo.
Recorrerte con la mirada es estallar por dentro; el deseo de tocarte se hace mi único lenguaje y al mismo tiempo, en el mismo instante, me hielo.
Ese gesto de tu brazo me lleva a otro lugar de mí congelado en el tiempo, inerte, muerto de ensayar muertes y sobre fondo negro vivirme.
No eres tú, ni es tu brazo lo que me lleva a sentir en dos direcciones, soy yo, no temas nada, soy yo desgarrada y unida, cálida y fría, muerta y viva, siempre en un conflicto bello e hirviente.
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