sábado, 9 de abril de 2011

Ausencia

Hoy escribo para tí. No te conozco, sé de tí lo que la luna de las mareas. Me alzo y me adentro en el mar sin resistencia, dejándome arrastrar para ser devorada por el misterio de un flujo más fuerte que yo. Me marcho sin despedirme, y vuelvo a la orilla a borrar las huellas de los que caminan solos y recojen conchas amando en silencio. A veces no puedo respirar, y entonces cierro los ojos y mi llanto callado es un grito sumergido y azul. Nada importa, sólo sentir que me muevo, suave o violentamente, con mi piel mojada y una certeza de amar más allá de cualquier paisaje. El mar es mi casa, las aguas que danzan, los lugares en movimiento, los sonidos hipnóticos, las rocas habitadas por ermitaños.


No te asustes, en la noche no me distingo...me alejo despacio, silenciosamente, sin dejar huellas profundas. Sabrás de mí por las gaviotas enfermas, que van a morir a la orilla, dejándose arrastrar por la luna. Búscame entre las gotas de arena, entre las luces de oro de los soles partidos, entre los cristales ajados de una botella con el mensaje del abandono. La belleza es mi nombre y el silencio mi cuerpo.

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