miércoles, 6 de julio de 2011

Tú sabes amar...

Yo hablaba de razón y de medir la emoción...y contigo perdí el guión de una oscura estancia de distancia y sin olor.



Y cómo explico ahora mi alma encantada, nido de fibras de oro, mi piel perfumada con tu sudor de lobo y manada.



Cada vez que bebo tu pálido licor de mi boca sale un sueño cumplido y estalla en mi garganta una paz de la que voy a hablar al mundo cada noche y mañana.



Me hace temblar sólo tu caminar, luna cuarto creciente en el vientre sabiendo retardar la muerte, de aquellos días de hastio y de humo en mi pecho contraido.



El agua resbalaba por mi cuerpo y mi mano resbalaba por tu sexo. Dos cuerpos mojados con la lluvia de un rio frio y extenso...rompiendo las gotas nuestros labios abiertos. Tus dedos abriendo mi carne, sin deshojar ningún pétalo, ningún sí o no... pues sabes ya que un te quiero es el jardín del edén de todos mis besos.
Adoro tu laberinto y no busco la salida ni el final de tu piel y tu cuerpo. Entre todos tus reflejos elijo esta locura de ser fiera bajo tu peso y gemir sin saber si es de dia o de noche, sin querer despertar ni dormir ni morir a cualquier precio.



Capturar el instante de dos cuerpos que se entregan a no saber de quién es la saliva, tuya o mia, si es Selva o Duna, si País, Aldea, Mundo o Universo.



Cierro los caminos secundarios, basta de quiebros, de piedras altas, de barrancos de miedo, de pánico en las montañas...hoy trepo por el valle de tu tronco excitado...y mi cuerpo se sumerje en la cascada que viertes en mí, serio y callado.



Tú sabes amar, con un amor de otro tiempo y llega el milagro, hablar de Dios es mirar la hiedra de tu espíritu, la calma de tus manos, la barrera de coral de tu miel en mi pelo invitando al movimiento cadencioso de un orgasmo que llega y no quiere estar preso.



Desnúdame cada tarde sobre la manta de la bruma y no me preguntes. Estoy abierta para tí siempre y a cada instante. Húndete en estas lágrimas que resbalan sabiéndote eterno, en la cueva de mis vértebras flexibles que tú arqueas guiándome en el viaje del silencio.



Dejemos que las fieras aullen la verdad y sin lugar y sin tiempo y con sólo una única promesa, vayamos hasta el fín, navegando yo tu bello océano y tu mi mar y mi desierto.



Y mis regalos son las conchas que abren la perla que me entregas en este segundo,en este minuto, en este reloj parado para amar como se ama en los mundos del cielo y el infierno. Brilla mi inocencia cuando tu aliento me convierte en viento y quiero estar desnuda en el valle para construir nuestra cabaña llena de antorchas y con ventanas entornadas al miedo.



Tú sabes amar... como aman los hombres heridos y entregados a recorrer los nuevos caminos ...




( Esta noche llevo dentro al hombre en cuyo nombre habita la miel)

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